Las mujeres escogen al neanderthal tóxico y no al bueno debido a que la interacción con el chico bueno obliga a la mujer a bajar sus escudos emocionales, lo cual la hace ser consciente de su propia vulnerabilidad. Por eso la mujer escoge al bruto neanderthal, con el cual nunca tiene intimidad espiritual verdadera y así ella se puede mantener en su zona de confort espiritual. Según Carl Jung, el arquetipo masculino que se encuentra en el inconsciente femenino no incluye la franqueza emocional. Es más, un hombre sensible se interpreta como peligroso, dado que: (1) obliga a la mujer a salir del mundo de las apariencias al tener que reemplazar al personaje que ella interpreta con el ser humano verdadero que tiene virtudes, defectos y traumas, y (2) evolutivamente un hombre sensible y ético estaba destinado a morir violentamente (por ejemplo: traicionado, en manos de otros guerreros, sacrificándose por los que ama, etc., como Ned Stark en Juego de Tronos). Luego, las mujeres no rechazan al hombre bueno por “intenso” o por la excusa que sea, si no por el nivel de conexión espiritual que implica su presencia. La solución: equilibrio y misterio: mostrar sensibilidad con control, dosificar la vulnerabilidad, no poner toda la carne a la parrilla, no convertirse en terapeuta de la mujer e integrar inteligencia emocional con firmeza, dirección y propósito. El rechazo de las mujeres a hombres emocionalmente inteligentes y espirituales no refleja un defecto en ellos, sino un conflicto interno en las mujeres ligado a su inconsciente colectivo y biológico. La solución no es dejar de ser sensible, sino transformar la inteligencia emocional en magnetismo mediante equilibrio, autocontrol, dirección vital, propósito y conexión espiritual dosificada.