Un sencillo péndulo puede utilizarse para responder preguntas del tipo sí/no/quizás, siendo la aplicación más sorprendente (según Pauwels y Bergier) el realizado por el US Army para buscar silos nucleares de los "enemigos" con la ayuda de un péndulo y un mapa. Una de las teorías que explica el funcionamiento es que el cerebro es una antena o receptor de la sabiduría de la noósfera, de modo que al acceder a una respuesta se genera una microcorriente en el brazo que hace que el péndulo se mueva de cierto modo específico. Por eso, lo primero que hay que hacer es decirle al péndulo (o mejor dicho a nuestra personal antena cerebral que se expresa por medio del péndulo) "muéstrame un sí" y después "muéstrame un no", para así calibrarlo. El movimiento estándar (pero no excluyente) es que un sí es un giro horario, mientras que un no es un giro antihorario. A partir de ese momento se puede empezar a experimentar con el péndulo, recordando que la calidad de las respuestas depende de la calidad de nuestra antena.